La pretemporada txuri urdin de 2017 se vislumbraba como la última oportunidad para que Imanol Agirretxe se volviera a sentir futbolista. Después de aquel fatídico 31 de diciembre en 2015, donde una entrada de Keylor Navas hizo todo por truncar la carrera del delantero de Usurbil, Agirretxe hizo las maletas, desbordadas de ilusión, para subirse a un avión rumbo a Holanda en el último stage txuri urdin fuera de Zubieta. Allí, en Heren, un vetusto pueblo de los Países Bajos, el ariete creyó en que esta vez sí había ganado la batalla a su maltrecho tobillo.
El 2 de agosto de ese 2017, Agirretxe marcó el que probablemente sería el gol más especial de su carrera. Después de 581 días de aquella trágica noche en el Santiago Bernabéu, el delantero volvió a marcar defendiendo la camiseta de la Real gracias a un cabezazo marca de la casa tras centro de De la Bella. Imanol, sin poder contenerse, se echó a llorar sobre el césped de aquel pequeño campo tulipán.
“Me vuelvo a sentir futbolista, marcar este gol, no lesionarme estos días y poder defender de nuevo a la Real, es un regalo para mí”, declaró el ariete al término del encuentro. Aquel día fue la última vez en la que Agirretxe extendiera sus alas para celebrar un gol siendo jugador de la Real. “Fue como jugar la Champions”, verbalizó 24 después en una entrevista concedida a este periódico.